El estudio del factor emocional como elemento explicativo del comportamiento político ha abierto en la ciencia política un campo de investigación capaz de desplazar a la dominante corriente racionalista. Los distintos procesos electorales durante los años 2015 y 2016 estuvieron marcados por la irrupción de nuevas formaciones que transformaron el sistema de partidos. En 2019, esas mismas formaciones han concurrido a las elecciones como partidos institucionalmente consolidados, coincidiendo con el surgimiento de otro nuevo actor. La comparativa entre las diferentes citas electorales sirve para poner de relieve la influencia que la dimensión emocional hacia la política haya podido tener en el apoyo a los nuevos actores, intentando identificar en los perfiles de voto a estas formaciones pautas emocionales diferenciadas hacia la forma de entender y de relacionarse con la política.