La caída del régimen del Gadafi en 2011 constituyó un punto de inflexión en la sociedad, la economía y la seguridad de Libia. Por una crisis que comenzó en forma de protestas populares, pero se transformó en levantamiento armado y Guerra Civil. Desde entonces, el país vivió una crisis política y una sangrienta Guerra Civil que lo ha dividido entre varios gobiernos simultáneos. Este artículo presta atención a la liberación de los conflictos que se mantenían ocultos en la sombra de la dictadura del Gadafi. Tomando como variables explicativas, de la dificultad de consolidación de un nuevo Estado, al conflicto territorial, el pluralismo tribal y la debilidad de las instituciones. Por una parte, el conflicto territorial se puede retrotraerse al momento de la independencia en el que se dividió el país en tres provincias. Por otra parte, la intención de controlar el poder de las tribus comenzó con los otomanos, y continuó con la colonización italiana, la dinastía Sanusi y el propio régimen del Gadafi. Sus esfuerzos solo tuvieron efecto en las ciudades, en cambio, en el interior del país el sentimiento tribal no se ha debilitado. Igualmente, desde los tiempos de los otomanos, el poder en Libia ha trabajado para reforzar las instituciones pero sus intentos han sido interrumpidos. Por un lado, la ocupación italiana ha destruido las instituciones autóctonas evitando que se desarrolle una estructura institucional endógena. Por otro lado, el régimen del Gadafi realizó varias reformas y planteó fórmulas nuevas sin tener éxito. Finalmente, la experiencia democrática de Libia hasta la Primavera Árabe careció de importancia, y se caracterizó por la falta de élite política capaz de resolver los problemas y un modelo de Estado rentista donde el pueblo es quien depende del Estado, y no es el Estado quien depende del pueblo.