La Teoría Política avanza en medio de importantes interrogantes sobre su propia identidad, que no son sino dificultades para diferenciarse de otras empresas académicas cercanas. De hecho, bajo su nombre encontramos trabajos cercanos a estas diversas disciplinas, generando en sus practicantes una “febril procura contemporánea de su identidad como disciplina intelectual” (Máiz, 2005: 18). Por un lado, la Ciencia Política empírica pretende la elaboración de “teorías” políticas a partir de sus observaciones, lo que planteó un reto para la disciplina de tal envergadura que hizo incluso pertinente preguntarse si realmente aún existía (Berlin, 1962) o si su trabajo debía limitarse a la clarificación conceptual. Bajo la rúbrica de Teoría Política también se han realizado trabajos equiparables a los de la tradicional Historia de las Ideas, aunque recientemente incorporen las enseñanzas de Skinner (1969) o de la Historia de los Conceptos (particularmente, de Reinhart Koselleck). En esta última línea han trabajado quienes, siguiendo a Michael Freeden (1996), entienden que la Teoría Política puede encontrar su lógica de trabajo en torno al estudio de las ideologías, lo que irremediablemente debería llevar a recuperar las notas que ya Max Weber (1917) diera sobre las posibilidades de un análisis racional de los juicios de valor que no conllevase, a su vez, la realización de tales juicios. Otros autores, sin embargo, no encuentran diferencias entre el trabajo de la Filosofía Política y la Teoría Política (Berlin, 1962), siendo su encargo enjuiciar problemas normativos, labor que ocupa por ejemplo a quienes siguen la estela de Rawls (1971). Y, aún otros, practican la Teoría Política generando pensamiento menos abstracto, con la vista puesta en la acción, en línea con la undécima tesis sobre Feuerbach marxiana ([1845]1888). Por último, nos encontramos con pensadores como Hannah Arendt (1964) que reivindican para la Teoría Política una lógica de investigación diferenciable tanto del trabajo empírico positivista como del normativo filosófico. Así, pareciera que la relación de la Teoría Política con estas disciplinas y con el mundo político real fuera fuente de una controversia e incertidumbre perennes (Wolin, 2000: 3). Este grupo de trabajo propone reflexionar sobre la Teoría Política como disciplina: sobre las particularidades de su objeto, tareas, método y de sus instrumentos conceptuales, si las hubiese, y sobre su relación con esas otras disciplinas cercanas. En este sentido, serán bienvenidos tanto trabajos puramente metodológicos como aquellos que, con su práctica, planteen una reflexión sobre tales cuestiones. También serán de interés los trabajos que analicen a qué estamos llamando Teoría Política a través de la producción intelectual que lleva tal nombre o de su institucionalización académica, así como las reflexiones sobre sus principales oportunidades y retos en la actualidad.