La Conferencia Habitat III celebrada en Quito – para la que UNESCO preparó su informe “Cultura: futuro urbano” (2016) -, supuso el pistoletazo de salida para la creación de la Nueva Agenda Urbana de ONU-Habitat (2017), marcando a las agendas urbanas como herramientas protagonistas que determinarán el futuro inmediato y a medio plazo en las políticas para la ciudad y los territorios, superando como herramienta holística a los instrumentos urbanísticos clásicos de planeamiento y ordenación del territorio e incluso también a la planificación estratégica que se ha promulgado durante las últimas décadas. Trasladadas a los niveles europeo (Agenda Urbana para la Unión Europea), nacional (Agenda Urbana de España) y a las primeras experiencias a nivel regional (Andalucía, País Vasco y Cataluña), se plantean como herramientas integrales e integradas: atienden al equilibrio territorial, pero también entre los distintos ámbitos temáticos.
En este sentido, en los últimos años, directrices internacionales como la Declaración de Hangzhou de la ONU (2013) sobre “Situar la cultura en el centro de las políticas de desarrollo sostenible” o la Declaración de Florencia del Foro Mundial de Unesco sobre “Cultura, Creatividad y Desarrollo Sostenible” (2014) han puesto sobre el tablero el papel de la cultura y el patrimonio como motores e inspiración para una sociedad actual más innovadora y más resiliente, es decir, mejor adaptada a las condiciones actuales y a un mundo cambiante y permanentemente en crisis a nivel económico, ambiental y social. Más recientemente, el último Informe Mundial de UNESCO “Re | pensar las políticas culturales: creatividad para el desarrollo” (2018) ha constatado esta tendencia, definiendo como uno de sus cuatro objetivos fundamentales la integración de la cultura en los marcos de desarrollo sostenible. Sin embargo, los nuevos 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (aprobados en 2015 y que reemplazaron a los Objetivos de Desarrollo del Milenio), no abordan de forma expresa ningún principio relacionado con la cultura o el patrimonio histórico o cultural, sino que éste se asume como implícito o transversal.
Este trabajo tratará de hacer un análisis reflexivo y crítico sobre la manera en la que la cultura y, en concreto, el patrimonio histórico cultural, ha sido introducido en las agendas urbanas hasta el momento elaboradas o en fase de elaboración, con el objeto de comprobar la asunción efectiva de los preceptos mundiales sobre situar la cultura y el patrimonio como centro o base del desarrollo sostenible a la hora de desarrollar los principales instrumentos que regirán la hoja de ruta de las ciudades del mañana.