El proceso electoral de 2018 en México resulta de gran interés debido a la presencia de alianzas sui generis, así como a la participación, por vez primera, de candidaturas independientes y a los insólitos resultados. La crisis de representación y legitimidad, junto con el desencanto de la ciudadanía con la democracia, en general, y los partidos políticos, en particular, han derivado en la irrupción y el interés de aspirantes sin militancia y de nuevas fuerzas políticas en la arena política mexicana. Las nuevas reglas formales e informales que se presentan ahora, representan nuevos desafíos y altos niveles de incertidumbre en lo venidero, además de que están propiciando nuevas prácticas por parte de los actores políticos, las autoridades electorales y los propios electores.