Cuando se estudia la organización interna de los partidos, en la mayoría de los casos se realiza como el espacio en el que se selecciona a los candidatos, sin ser la organización misma el centro de interés. Pero es importante comprender cómo y quién constituye el aparato del partido, porque es en este ámbito, “el circuito de las decisiones internas” como lo denomina Linz (2004), en el que toman forma los intereses de la sociedad. Y es precisamente en este nivel en el que las mujeres comprometidas con las cuestiones de género, tienen su mayor campo de acción. Este aspecto es precisamente el centro de nuestro trabajo.

Esta comunicación se articula en torno al  concepto de “feminocracia” o “femocracia”, también llamado “feminismo institucional”. Se entiende por “femócratas” a las feministas que se han incorporado a trabajar en el Estado (Valdés, T. y Fernández, M., 2006). En este concepto toma especial relevancia la cuestión de que son feministas, es decir, su compromiso con la defensa de los intereses de las mujeres. Por lo que las femócratas son aquellas mujeres que forman parte de la elite política y cuya identidad de género (como mujeres) es determinante.

Este aspecto va de la mano del concepto de “comportamiento político” de los representantes, entendido éste como la influencia que tienen en los dirigentes políticos los elementos externos y personales que definen su actividad política. Teniendo en cuenta que la identidad político-social del individuo está configurada por multitud de identidades que lo definen y que influyen en su comportamiento político (la religión, la raza, el sexo, la ideología, etc.), en nuestro trabajo analizaremos este concepto únicamente en lo referente a la variable sexo o género y si ésta determina la conducta de la elite política femenina.

En este sentido, algunos trabajos realizados a partir de la década de los ochenta evidencian una gradual disminución de la influencia de esta variable género en el comportamiento político, y afirman que la postura de ambos sexos se va aproximando progresivamente, disminuyendo las diferencias entre ellos (Becwith, K., 2007). Estos estudios alegan que la equiparación de las mujeres y los hombres ha diluido la cuestión del género como definitorio y que las diferencias sustanciales en el ámbito de su actividad política, se producen en función de los partidos a los que pertenecen y de sus ideologías.

A partir de todas estas cuestiones iniciales, es inevitable preguntarse en qué medida la elite partidaria femenina española revela un compromiso y una voluntad de propiciar un cambio en favor de los intereses de las mujeres. O si por el contrario, la profesionalización de la clase política (a la que ellas pertenecen) y la preeminencia de otras identidades, implican que su presencia en los órganos ejecutivos de los partidos no constituye ninguna ventaja para la defensa de sus intereses.

Sin olvidar el actual contexto reivindicativo que está viviendo la sociedad española, impulsado por movimientos sociales de defensa de los intereses de las mujeres y que ha evidenciado la necesidad de incluir la perspectiva de género en las instancias institucionales y sociales que rigen el pais, trataremos de responder a cuestiones como ¿cuál es el papel que juegan las mujeres en los órganos internos de los partidos ? ¿la mayor representación femenina en las estructuras partidarias es meramente cuantitativa o por el contrario tiene un impacto sustantivo en los partidos?  ¿la profesionalización de las elites políticas femeninas dificulta o facilita la defensa de los intereses de las mujeres?