Asistimos a un retroceso en términos democráticos a nivel mundial, agudizado por la crisis del coronavirus. Además, la satisfacción con la democracia desciende en las encuestas y cada día menos la consideran como mejor régimen frente a la alternativa autoritaria. Tales retrocesos e insatisfacción deben llevarnos a ocuparnos de los retos que enfrentan las democracias, incluidos aquellos derivados de y/o agudizados por las concepciones y expectativas de los ciudadanos y residentes. Este grupo de trabajo propone reflexionar sobre los problemas de las democracias actuales desde la teoría política. El grupo está abierto a trabajos que, con dicho propósito, traten sobre el concepto de democracia mismo y sus fundamentos, así como sobre los problemas que se derivan para la democracia a partir de diversas concepciones de la política, la autoridad, el conflicto y el consenso, el interés general, la legitimidad, la libertad, el mercado, el pueblo, la representación política o la soberanía. En un momento de aumento de la polarización resulta imprescindible considerar dónde se encuentran los límites a partir de los que estos conceptos, enmarcados o no en ciertas ideologías, abandonan el campo axiológico democrático. ¿Cómo pueden responder los demócratas? ¿Qué concepciones resultan disfuncionales para las democracias presentes y cuáles las sustentan? ¿Cuáles permiten pensar en alternativas más democráticas? Además, son bienvenidas las presentaciones que aborden teóricamente los múltiples retos y amenazas sustantivos a los que se enfrentan las democracias actuales en distintas latitudes, como son su institucionalización y potencial radicalización, los discursos populistas, el nacionalismo y las demandas de secesión, la globalización y las tentaciones tecnocráticas, la polarización, la transformación de la esfera pública y las nuevas tecnologías, la desigualdad y la exclusión socioeconómica, la corrupción y la crisis de legitimidad de los partidos políticos o la dificultad de articular el individualismo creciente con la necesidad de inclusión y de repensar el sentido de comunidad y de bien común. ¿Son compatibles con los fundamentos democráticos la “cultura de la cancelación”, las reivindicaciones identitarias o el tipo de subjetividad que promueven las redes sociales? ¿Qué margen dejan el Derecho, la Ciencia y sus expertos para el debate en torno a valores? ¿Cómo entender el actual aumento de la polarización cuando más impotentes parecen nuestras democracias?