El desarrollo de las tecnologías de la comunicación y, especialmente, de las redes sociales ha introducido importantes cambios tanto en la forma en que nuestras sociedades democráticas gestionan la información de interés público como en la distribución de la voz en el espacio público. Estos factores tienen una gran relevancia a la hora de condicionar los temas sobre los que se debate, los marcos desde los que se discute y, en general, la estructura de la esfera pública democrática. En contra de los pronósticos más optimistas, el nuevo entorno digital no ha logrado acabar con algunos de los problemas de falta de pluralidad, falta de inclusión de grupos o colectivos marginados o sub-representados y de falta de equilibrio entre las diferentes opciones políticas, económicas y/o morales. La simple capacidad para multiplicar el número de canales de información, la bajada de costes para convertirse en emisor o las facilidades de interconexión no parecen haber sido condición suficiente para una esfera pública verdaderamente plural, inclusiva y equitativa. Más bien, ha sido el terreno donde han surgido nuevas patologías. Por ello, teniendo en cuenta el nuevo contexto, sigue estando vigente la pregunta acerca de qué medidas adoptar para lograr una esfera pública con dichas características. Esta cuestión fue objeto de interesantes debates político-jurídicos a lo largo de todo el siglo XX, enmarcados en el desarrollo de la dimensión social del derecho a la libertad de expresión e información. Esta comunicación pretende contribuir a la actualización de estos debates, poniendo especial énfasis en el diálogo entre los nuevos estándares del derecho a la libertad de expresión y las discusiones axiológicas en teoría de la democracia.