El presente trabajo propone cómo la largamente ansiada búsqueda de la felicidad en lo seres humanos se encuentra, a juicio de los autores, maniatada por una triple alianza de elementos propios del neoliberalismo enlazados entre sí: mercantilización, individualización y estetización

Tras una presentación de los debates históricos acerca del papel que ha jugado la reflexión en torno a la felicidad en el pensamiento político histórico y en la Ciencia Política contemporánea, ofrecemos una breve descripción de los intentos empíricos por medir y abrazar cuantitativamente el escurridizo concepto de felicidad aplicado a las sociedades contemporáneas

En la segunda parte del texto, la más sustantiva y explícita, abordamos la crítica de la felicidad como acto social contemporáneo, como praxis humana tanto individual como colectiva, desde una posición que podríamos denominar, siguiendo a Foucault en su idea del cuidado en sí, como biopolitización de la misma.  Y ello a través de tres dimensiones críticas que resultan convergentes. Por un lado, la mercantilización de la idea de felicidad en el capitalismo postindustrial avanzado que asemeja y adhiere la felicidad al orden materialista, conectando un aumento recíproco y paralelo de los mismos, esto es, mesurando la felicidad en relación a la calidad de vida material (dígase renta per capita) de los individuos. En segundo lugar, analizamos una idea de felicidad profundamente conectada con la realización individual y la autonomía personal, en un proceso de auto-poiesis que frecuentemente deriva en una versión narcisista, autorreferencial y desligada de la comunidad, y anclada en la autonomía y el emprendimiento, la positividad y la autorreferencia como sinónimos de felicidad (Byung Chul Han). Por último, sostenemos que la vivencia de la felicidad se encuentra presa de un tercer proceso que podemos denominar “estetización” de la misma. La felicidad que ya es mercancía, de compra y venta individual,se ensalza como la normalización del comportamiento humano. No experimentarla como propia lleva a millones de individuos a terapias de positividad que convierten, siguiendo a Illouz y Cabanas, la búsqueda de la felicidad en una industria, en una ciencia mercantilizada, donde se promueve la positividad en el trabajo como único sendero de realización y se vende de forma continua en las redes sociales un ego hiperbólicamente feliz. Se trata del triunfo del voluntarismo y el mérito (Sandel), la superación personal y el convencimiento de que, más allá de las estructuras y los condicionamientos socioeconómicos, la promesa de la felicidad está en todos y a todos corresponde su necesaria realización (Sara Ahmed)