Que lo urgente no relegue lo importante: absentismo vs productividad

Autor principal:
Rafael Martínez Martínez (Universitat de Barcelona)
Autores:
Pep Jané Roca (Universitat de Barcelona)
Programa:
Sesión 2
Día: jueves, 19 de septiembre de 2013
Hora: 09:00 a 11:30
Lugar: E13A01

El debate sobre la productividad de los empleados públicos se trunca a menudo con alusiones al grado de absentismo de éstos. No es fácil concretar qué es la productividad del empleado público, como tampoco lo es establecer qué se considera absentismo. Sin embargo, existe la percepción generalizada que la productividad es baja y que el absentismo es muy preocupante, alcanzando la categoría de fenómeno. Hablamos con soltura de absentismo e incluso nos escandalizamos ante los datos, pero, ¿qué es? ¿Qué miden los índices y tasas? Las prolijas y diversas aproximaciones disciplinares al asunto nos arrojan definiciones variadas con matices no menores. Desde la acepción más genérica que contabiliza como absentismo cualquier ausencia al trabajo (incluso el período vacacional) hasta aquella que lo limita a las que se producen sin el conocimiento previo del empresario, pasando por otras con diversos matices en función de la causa con la que se justifica la ausencia: descanso, enfermedad, conciliación… Sin desdeñar los intereses propios a otras disciplinas, para la ciencia de la Administración cobra especial relevancia el impacto que tiene sobre la organización. La incidencia más aludida se le atribuye sobre la productividad. Sin embargo, esta presumida relación causa-efecto que le asignamos a la presencia efectiva en el puesto de trabajo como factor productivo es en muchos casos cuestionable. En un estudio de GRAPA sobre el absentismo en las Administraciones públicas catalanas, los datos nos llevan a concluir que el absentismo, a tenor de su volumen, no es un problema grave; aunque, tomando como referencia al sector privado, con una magnitud relativa suficiente como para justificar actuaciones destinadas a minorarlo. Sin embargo, como a menudo lo observado dista de lo percibido, hemos querido conocer la opinión de quienes tienen responsabilidad política, directiva o de gestión sobre la ocupación pública. Por ello, hemos realizado una encuesta entre personas con dicho perfil en las Administraciones catalanas y a representantes sindicales (muestra de 145 unidades). Eludiendo los extremos, existe paridad entre quienes lo perciben como un problema poco importante y quienes lo consideran bastante relevante. Por un lado, intuíamos la existencia de un factor subyacente: el deterioro de la confianza en la relación laboral entre el empleado y su superior jerárquico. Un primer análisis de los resultados, nos permite aventurar que el absentismo que preocupa es aquel sobre el que se infiere la sombra de la duda en la veracidad de su motivación. No importa tanto la ausenciacomo que se mienta, se engañe en su justificación. Por otro lado, es muy relevante el porcentaje de respaldo que tiene la estrategia: “cuando la naturaleza de las tareas a desarrollar lo permitan, se debe incidir menos en la presencia efectiva del empleado y más en fórmula de flexibilidad horaria y de logro de objetivos” (90%). Esta consecución de metas es el preludio de cualquier resultado productivo. Evitar el absentismo presencial –la presencia en el puesto de trabajo sin rendimiento alguno–, el desempeño insuficiente y el trabajo burocrático que no satisface las necesidades de la ciudadanía a la que se sirve debería ser prioritario en la reformulación de la agenda de la modernización de la función pública. Todo ello nos lleva a reflexión formulada como interrogante: ¿La urgencia por combatir un nivel de absentismo –que ni los datos ni la percepción entre gestores públicos le confieren el atributo de alarmante– nos aleja de lo que en aulas y despachos se ha catalogado de importante: la productividad?

Palabras clave: absentismo, desempeño, empleado público, productividad, rendimiento