Entre los procesos actuales de transformación y las viejas lógicas keynesiano-fordistas se dibuja un desencaje estructural que convoca a reconstruir el contrato social. Lo urbano, además, gana centralidad  en la configuración, los impactos y las respuestas al cambio. Estas respuestas se despliegan en dos dimensiones: institucional (innovación municipalista) y social (diversificación de movimientos). Los poderes locales abren la ventana democrática: reconexión instituciones-ciudadanía, recuperación de derechos. En la acción colectiva urbana, la lógica prefigurativa gana terreno a la contenciosa y crece, en ambas, la voluntad de impacto sobre las políticas. En el marco contextual de la pandemia de la covid-19, emerge una nueva geografía compleja de solidaridades que se debate y evoluciona entre prácticas efímeras de choque y apuestas estratégicas; entre la activación de capital social y la (des)conexión con vulnerabilidades múltiples; entre formatos organizativos más o menos innovadores; entre lógicas de asistencia y la producción de subjetividades (políticas) e impactos (sobre las políticas). Y todo ello cruzado por una dimensión de género que expone tanto brechas ampliadas como espacios de construcción de igualdad y reconocimiento. Entre los giros municipalista y prefigurativo germinan condiciones de articulación: una esfera vertebrada por la alianza entre lo institucional y lo comunitario. Ello supone dotar de carácter colectivo a los derechos de ciudadanía; y de lógica universal a las prácticas sociales. Generar un campo de intersecciones donde la gobernanza urbana se traduce en articular lo común, desde un abanico de estrategias posibles que seran consideradas.