Las instituciones de gobierno están comprometidas en implementar mecanismos que buscan la colaboración de los actores sociales para la generación de propuestas de políticas públicas y proporcionar legitimidad a las decisiones adoptadas (Reveles Vázquez, 2017; Vidal Correa, 2015; Parés, 2014; Font, 2004). La literatura respecto al estudio de estas experiencias otorga un amplio panorama de formatos, alcances y resultados de las mismas (Espinosa, 2004; Font, 2004; Delamaza, 2011; Elizalde et al., 2013; Reveles Vázquez, 2017), dejando de lado la relevancia de las interacciones entre actores del sistema político que se llevan a cabo dentro de ellas. De manera particular, estas interacciones se pueden observar en los mecanismos deliberativos, de los que son parte sustantiva en su funcionamiento. 

A partir de la experiencia en las mesas de diálogo con mujeres que participaban en las movilizaciones en agosto de 2019 en la Ciudad de México, este trabajo pretende explorar la relación entre la estructura de los mecanismos deliberativos y las interacciones que se llevan a cabo dentro y fuera de los mismos para la conformación de resoluciones y cómo se incorporan a las agendas políticas de los gobiernos que los implementan. 

En un primer momento, se pretende responder a la pregunta de cómo se relaciona la composición de los mecanismos deliberativos con las interacciones entre actores del sistema político dentro y fuera de estos y cuáles son sus implicaciones para su funcionamiento, para después identificar las limitaciones formales (en su formulación, estructura, formato e implementación) e informales (que se derivan de las propias interacciones, como las relacionadas a las formas de discurso, estructuras de poder, entre otras) que surgen durante el desarrollo del mecanismo.  

Cobra especial relevancia en el análisis el hecho de que el mecanismo estuvo dirigido a las mujeres, pues es un sector que continúa presentando dificultades para utilizar otras formas de participación, como la representación, donde no han logrado afianzar una agenda que atienda a sus demandas. En ese sentido, interesa conocer la experiencia de diálogo de las mujeres movilizadas en este tipo de mecanismos, dado que en años recientes el movimiento feminista en México (y más visiblemente en la Ciudad de México) se ha caracterizado por utilizar un lenguaje “propio”, directo y confrontativo, recurriendo incluso al uso de la violencia como medio de “comunicar y sacudir” (Álvarez, 2020).