La difusión del concepto de seguridad humana a principios de los 90 puso en cuestión la seguridad estatocéntrica y militar, para poner el acento en la seguridad de las personas en relación a su desarrollo humano y sus derechos. Diferentes académicos e instituciones abrazaron el concepto al entender que contribuía a la transformación social, el multilateralismo y una política exterior basada en valores éticos liberales. Sin embargo, el desarrollo teórico del concepto y su aplicación han encontrado en la última década varios obstáculos, como la reafirmación de una visión militar clásica de la seguridad tras el 11-S, e incluso el repudio del concepto por el actual gobierno conservador de Canadá, un país que había sido clave en su promoción. En este contexto, muchos se cuestionan si la perspectiva de la seguridad humana está agotada o si aún encierra potencialidades tanto analíticas para la disciplina de las RRII, como políticas para la sociedad internacional. La comunicación argumentará que, para incrementar sus potencialidades, el enfoque de la seguridad humana debería enriquecerse con aportes de los llamados “Estudios Críticos sobre Seguridad”. Esta otra línea de pensamiento (que incluye elementos relativos a la seguridad económica, la seguridad medioambiental, la teoría feminista o la teoría poscolonial) viene formulando reflexiones de notable calado epistemológico y ontológico sobre qué es la seguridad, qué hay que asegurar, ante qué amenazas, cómo hacerlo, y al servicio de quién y de qué intereses.