La variable territorial se hace más patente cuando el objeto de estudio es un territorio insular, y es que la insularidad, la cual remite a lo insular, como a aislamiento, según el diccionario académico, que se podría resumir en el establecimiento de barreras, en este caso concreto, el mar, es un factor determinante en el desarrollo político, social y económico del territorio.

Así, la insularidad como factor determinante en lo social, político y económico que se manifiesta de diferentes maneras, a la vez que se convierte en el eje sobre el cuál giran todas las problemáticas o fenómenos que se puedan expresar, se presenta un estudio comparado entre Illes Balears y las Islas Canarias ya que, la insularidad es una característica física y permanente del territorio de los archipiélagos que genera un conjunto de desequilibrios (Groizard, 2016), y en el conjunto del Estado español, serían los dos territorios comparables por sus características físicas, además de por las políticas compensatorias de este hecho que se llegan a aplicar, analizando aquí la presencia de partidos de ámbito estatal y no estatal durante la aplicación de los regímenes especiales en ambos territorios.

En este sentido, partiendo del artículo 138.1 de la Constitución Española respecto de la especial atención a los territorios insulares, se puede dejar en claro el avance del archipiélago canario en contraste con el balear, en lo que se refiere a la compensación del fenómeno insular, lo cual es motivado por las diferentes identidades, que se manifiesta en el sistema de partidos y a su vez como expresión de la variable territorial en la sociología de las élites.

Así, la variable territorial, que se expresa en clave identitaria y se traslada al sistema de partidos, viene determinada por la identidad archipielágica frente a la identidad insular en los dos archipiélagos del Estado español. Esto, se traduce en una mayor fortaleza de los partidos de ámbito estatal con respecto de los partidos no estatales en el archipiélago balear, donde la lealtad hacia el partido (Dewan y Hortala-Vallve, 2011) acaba imponiéndose a la hora de negociar los estatutos o regímenes especiales que se encargan de compensar los efectos de la insularidad.