Desde el punto de vista de las relaciones internacionales se está configurando un nuevo territorio geoestratégico. En el que la (des)información, que se vehicula a través de las nuevas tecnologías/medios digitales, constituye un nuevo campo de batalla donde se puede decidir la próxima configuración de relación de fuerzas.

En un contexto de transición de poder y un proceso de digitalización de la sociedad internacional imparable, la desinformación se enmarca en un nuevo territorio geoestratégico y tecnológico. Un contexto que arrastra a un escenario de batallas de poder que se disputa ahora en el ciberespacio a través de estrategias de desinformación.

Mediante esta comunicación se pretende analizar cómo la Guerra de Ucrania se libra también en este nuevo escenario. Rusia ha puesto a su servicio la desinformación para explotar las debilidades percibidas pero, sobre todo, para tratar de vender al mundo a Ucrania como parte agresora y justificar así sus acciones militares.

La desinformación supone una amenaza para los valores, ideas y normas sobre las que se asienta el orden internacional liberal que hoy conocemos. Partiendo de esta premisa, las potencias occidentales han implementado una serie de medidas y acciones. Así, por ejemplo, la Administración Biden elaboró el Documento “Realidad vs. Ficción: Desinformación rusa sobre Ucrania”, en el que se desmienten afirmaciones del Kremlin consideradas falsas por la potencia estadounidense. Por su parte, la Unión Europea en el Reglamento (UE) 2022/350 del Consejo prohíbe la difusión y emisión de cualquier contenido proveniente del Russia Today y el Sputnik.

La Guerra de Ucrania, por tanto, se libra también en el terreno digital en el que los sistemas informáticos incentivan y automatizan el contenido de los medios de comunicación, de tal manera que se produce una circulación más amplia (y focalizada) de la información distorsionada.