El sistema político ecuatoriano ha estado marcado en los últimos quince años por la poderosa influencia del correísmo; tras la victoria en las elecciones presidenciales de 2006 de Rafael Correa. Más allá de luces y sombras, esta etapa ha dejado una profunda huella en la institucionalidad del país, al mismo tiempo que ha abierto una importante fractura emocional en torno a la distinción correísmo/anticorreísmo entre los ciudadanos ecuatorianos. En el contexto de las elecciones celebradas el 7 de febrero de 2021, en la que obtuvo el triunfo el anticorreísmo de Guillermo Lasso, el objetivo que persigue esta investigación es dar cuenta de la existencia de dos grupos de ciudadanos configurados en torno a este eje; indagando, asimismo, el componente emocional existente detrás de esta fractura, como uno de los principales elementos explicativos de la misma y de la toma de decisiones electorales de los ecuatorianos. En estas elecciones condicionadas por un clima hostil hacia el correísmo (Ruiz 2021; Moncagatta y Espinosa, 2019), en las que este marcó un peso gravitante a pesar de su retroceso político, confluyeron algunas circunstancias que afectaron el régimen emocional de la opinión pública.

Para llevar a cabo el análisis, utilizaremos un estudio demoscópico propio, en el que por primera vez se incluye una variable que nos permite medir la ubicación de los ecuatorianos en una escala de correísmo/anticorreísmo. Así mismo, realizaremos un análisis descriptivo y multivariante del perfil sociodemográfico, político y sobre todo emocional, de los ciudadanos que se muestran a favor de ambas posiciones.