Los estudios sobre las transiciones hacia la sostenibilidad reconocen la importancia los intermediarios sistémicos para la gobernanza de las transiciones (Kivimaa, 2019). Específicamente, se reconoce su capacidad para conectar diferentes actores, escalas espaciales y niveles del sistema (Moss, 2009). Además, los intermediarios contribuyen a crear un impulso para el cambio, ayudan a construir una visión compartida (y, por lo tanto, una dirección para la transición), reducen los costos de transacción y abordan los problemas de comunicación que pueden surgir entre los actores como resultado de diferencias en la cultura organizacional, el conocimiento o los intereses (Hodson y Marvin, 2010a; Kivimaa et al., 2019a).

Sin embargo, los intermediarios sistémicos no actúan por sí solos sino que dependen de un conjunto amplio de relaciones y procesos que les hace ser muy interdependientes del contexto y de los intereses de otros actores. A este conjunto de interdependencias y relaciones entre múltiples intermediarios y actores se le denominan ecologías de intermediación. El estudio de ecologías de intermediación centra su análisis en la construcción y el mantenimiento de las relaciones entre una constelación de procesos de intermediación, y la calidad del contexto en el que surgen.

Aunque algunos estudios pioneros ya se han centrado en analizar estas ecologías, se necesita más investigación para comprender los desafíos de las ecologías de intermediación y explorar las posibilidades que tienen las organizaciones intermediarias para cultivar ecologías más efectivas. En este paper se propone analizar un caso de estudio sobre el rol de un intermediario sistémico (el itdUPM - Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid-) para cultivar una ecología de intermediación capaz de responder de manera eficiente a los retos que plantea la transición ecológica en España.