Los procesos sociopolíticos que han atravesado la Unión Europea y sus Estados Miembro (EM) en la última década - la crisis del euro, los refugiados, el Brexit y más recientemente la pandemia del coronavirus y el desafío climático - han avivado las reacciones relacionadas con proceso de integración, dando lugar a la (re) emergencia de un nuevo cleavage transnacional (Hooghe y Marks 2017, 2021). Así, las posiciones sobre Europa se expresan cada vez más en debates públicos nacionales (De Wilde y Zürn 2012: 138; Kriesi y Grande 2015, 2016), generando conversaciones en torno a principios básicos del proceso de integración como la solidaridad, la comunidad, la identidad política y otros temas relacionados con la membresía, lo que ha permitido a los partidos políticos movilizar las cuestiones europeas desde diferentes marcos. Lo que explica las diferentes actitudes de la ciudadanía hacia la UE y el proceso de integración ha variado a lo largo del tiempo y en cierto modo depende de factores coyunturales. Debido al carácter puramente económico de las primeras etapas de la integración europea, las fluctuaciones en las actitudes hacia el proceso de integración estaban conectadas con factores utilitaristas (Loveless y Rohrschneider 2008: 5) como el desempeño macroeconómico (Anderson y Reichert, 1995; Gabel y Palmer, 1995), la situación económica personal (Gabel, 1998) y las percepciones económicas de los ciudadanos (Anderson y Kaltenthaler, 1996; Eichenberg & Dalton, 2007; Gabel y Whitten, 1997). Más tarde, los factores utilitaristas dejaron de servir para explicar las actitudes hacia la integración, tomando importancia factores como la identidad (Carey 2002; McLaren 2004; Hooghe y Marks 2005), las amenazas culturales percibidas (McLaren 2002), el miedo a la inmigración (de Vreese y Boomgaarden 2005) o el conflicto étnico (Hooghe y Marks 2005). Durante la crisis de la eurozona a partir de 2011, sin embargo, a pesar de la predominancia de las cuestiones económicas en el debate público, no se observó un retorno a las explicaciones utilitaristas de apoyo a la UE (Braun y Tausendpfund, 2014, Serricchio, Tsakatika y Quaglia, 2013; Usherwood y Startin 2013, Zalc, 2013), sino que las posiciones hacia el proceso de integración europea remitirían más bien a la reactivación de las identidades nacionales y a una transferencia de desconfianza desde el sistema político nacional al de la UE (Serricchio, Tsakatika y Quaglia, 2013, Armingeon y Guthmann 2014). Los desafíos contemporáneos, como la gestión de la pandemia y el cambio climático, suponen nuevos retos a los que han de enfrentarse los estados miembros en el marco del proceso de integración europea. En un momento como el actual, es necesario ir más allá del estudio descriptivo del euroescepticismo para comprender en toda su complejidad el impacto de estos procesos en las actitudes políticas de la ciudadanía hacia la integración. Proponemos aquí, pues, poner en común trabajos explicativos que nos ayuden a entender los principales factores tanto agregados como individuales que influyen y explican las actitudes hacia el proceso de integración europea de la ciudadanía, definida por grupos sociales específicos (mujeres, jóvenes, colectivos LGTBI+, desempleados, etc.) o de los electorados de las principales familias de partidos. Los trabajos presentados deberán poner a prueba las principales teorías sobre las dimensiones causales de las actitudes hacia el proceso de integración europea (factores utilitaristas o culturales) desde una perspectiva empírica y preferiblemente comparada. Estamos especialmente interesadas en recibir trabajos que aborden las divergencias o convergencias de las orientaciones y actitudes hacia el proceso de integración: - en las diferentes regiones de la UE (Norte, Sur, Este, Nórdicos) - analizando una o varias familias de partidos - de forma longitudinal