Colombia es una democracia, las elecciones se suceden con ajuste a las reglas formales, y los presidentes tienen limitado su mandato a un solo periodo. En ese sentido no se puede comparar con otros regimenes de la región. Sin embargo, a pesar de la democracia formal, y del importante papel que han jugado los contrapesos institucionales en moderar el peso del ejecutivo, hay una tensión continua en un sistema donde los liderazgos personalistas tienen un rol muy relevante. 

Esta tensión se ha nutrido de la historica situación de conflicto del país, que ha justificado en númerosas ocasiones el recurso al estado de excepcion que amplifica los poderes presidenciales. Asimismo, la política de seguridad, ha sido preminente justificando lógicas militaristas y de violencia estatal. 

En una nueva etapa política iniciada tras la firma de los Acuerdos de Paz definitivos estas tendencias se reconfiguran buscando nuevos objetos referentes sobre los cuales reconstruir la necesidad de la situación de "excepcionalidad" y la ampliación del poder presidencial.