Desde la Revolución de 1959, el régimen cubano ha sido clasificado como autoritario y una excepcionalidad en la región (Hoffmann, Whitehead). La excepcionalidad de Cuba ha sido un argumento utilizado para interpretar los procesos desencadenados por la revolución de 1959, las sanciones de Estados Unidos, el período especial de los años 90, la estrecha relación con Hugo Chávez y la pérdida de rumbo que, lentamente, se hace evidente desde el retiro de Raúl Castro en abril de 2021.

A partir de entonces, la continuidad por la que aboga el gobierno post-Castrista de Miguel Díaz-Canel contrasta con importantes cambios en la sociedad que reclama una apertura política y económica. Por un lado, se recrudece la represión y el control por parte del régimen y, por el otro, surge una sociedad civil democrática que pide cambios y está más conectada al mundo. Este contraste permite plantearse la diatriba entre un autoritarismo más represivo o una apertura democrática desde la ciudadanía.

En esta presentación queremos plantear que, desde la llegada de internet a los teléfonos de los cubanos en 2018, una incipiente y desorganizada sociedad civil enfrenta un régimen que está a la defensiva. Mientras muchos países en la región están atravesando una debilitación de la democracia o un auge del autoritarismo, desde la demostración del 27 de noviembre del 2020 y las revueltas del 11 de julio de 2021 Cuba se sitúa en un marco transicional hacia mayor represión y/o demandas de cambios.