En este entorno complejo que nos ha tocado vivir, donde entre otras muchas cosas, se duplica cada día la información y el conocimiento al que se tiene acceso; donde nos toca hacer muchas cosas a la vez y donde la realidad es poliédrica… se necesita una mirada integradora.
Estos son nuevos tiempos que demandan una nueva Inteligencia. Si la crisis económica del 2008 ya supuso una llamada de atención a cómo nos veníamos comportando, la actual crisis de la pandemia nos está haciendo repensar muchas de nuestras estructuras vigentes; sin olvidar lo que está suponiendo la disrupción tecnológica.
Todo ello nos obliga a la reinvención. Una reinvención que compete también a los Servicios de Inteligencia y al Análisis de Inteligencia. Toda esta situación de crisis: económica, medioambiental, de pandemia, de seguridad,… debería servirnos para ir más allá de lo que se había logrado hasta ahora.
El futuro de nuestra sociedad y del planeta va a estar determinado por la capacidad que tengamos de logar lo que llamo una “seguridad sostenible” (esta no se logra si no se trabaja en los Objetivos de Desarrollo Sostenible); por cómo integremos la revolución digital (y lo que hemos llamado “transinteligencia”) y por último, cómo logremos un cambio en los Servicios de Inteligencia, como el que supone reinventarse aprendiendo y desaprendiendo. Todo ello nos va a exigir una mayor colaboración entre los servicios de inteligencia y la sociedad a través de la Academia. Lograr llevar estos retos a cabo, nos va a exigir trabajar para consolidar una Inteligencia Compartida: creando mecanismos para sumar inteligencias.