En la actualidad, uno de los conceptos clave en el léxico político turco es el de Yeni Türkiye (Nueva Turquía). El concepto fue introducido por el presidente electo Recep Tayyip Erdoğan en el tradicional discurso tras una victoria electoral desde el balcón de la sede central de su partido,  el AKP/ Ak Parti. Si bien desde el Gobierno, quizás de una forma sintetizada aunque de mayor claridad y comprensión, en esta nueva Turquía la democracia se ha consolidado y la época de tutela (golpismo e intervencionismo) de la misma por parte de los militares pertenecería siempre al pasado. Por tanto, el paso de una época tutelar a otra de postutela gracias a la devaluación constante de la influencia del establishment kemalista en general, y del estamento militar en particular, en el devenir de la República que tradicionalmente han obstaculizado la participación de la sociedad civil en las instituciones democráticas de toma de decisiones, imposibilitando la implementación de una democracia participativa plena.    

Por otro lado, si bien la perspectiva laicista vs. islamista, prácticamente el único instrumento de análisis hegemónico que la mayoría de los observadores occidentales utilizan para tratar de comprender las fuerzas que dan forma a la realidad turca, ya no sería un diagnóstico útil puesto que durante unos años, en concreto durante la primera legislatura de gobierno del Ak Parti (2002-2007), una de las características del partido fueron la progresiva “laicización” y “democratización” de su proyecto político en claro paralelismo con la Unión Cristiano-Demócrata (Christlich-Demokratische Union Deutschlands, CSU-CDU) alemana que, a pesar de mantener algunas de sus raíces religiosas, añadió a su proyecto político una especie de auto-secularización y democratización al modelo existente de democracia europea bajo un sistema electoral competitivo. Por tanto, el objetivo de la presente ponencia tratara de justificar desde la fractura/paradigma centro-periferia, como actualmente el AKP, tras una primera etapa de consenso y liberalización de los espacios de participación de la sociedad civil, ha terminado monopolizando el centro y por ello, adoptando el comportamiento político que tradicionalmente le ha caracterizado al establishment kemalista.