Una de las dimensiones más relevantes en el buen funcionamiento de la democracia representativa es su sensibilidad para recoger las demandas de todos los ciudadanos e introducirlas en la toma de decisiones políticas. La participación política a través de las elecciones sigue siendo la forma más inclusiva de participación, ya que es la que moviliza a mayor número de personas. Sin embargo, en varias investigaciones se ha demostrado que las personas más desfavorecidas tienden a participar menos. Ello se constata en las encuestas políticas, aunque estas encuestas tienen problemas metodológicos, ya que las personas menos propiensas a participar en las elecciones tienen tendencia a responder menos a las encuestas, y si responden también hay una tendencia a no confesar la opción de no participar, ya que no está socialmente bien visto.
En esta comunicación proponemos el estudio ecológico de la relación entre desigualdad social y desigualdad en la participación electoral. Ofreceremos nueva evidencia empírica procedente del análisis de la participación en las últimas elecciones generales en los barrios incluidos en el catálogo de barrios vulnerables elaborado recientemente por el Ministerio de Fomento con datos de 2011 que nos servirá de base para presentar un índice de desigualdad en la participación para medir la segregación espacial de los votantes en las ciudades.