Un anti-liberalismo clásico: el caso del Frente Nacional de Marine Le Pen
- Programa:
- Sesión 3
Día: viernes, 22 de septiembre de 2017
Hora: 13:00 a 15:00
Lugar: Aula 1.2.
El Frente Nacional francés ha operado varias innovaciones discursivas desde que Marine Le Pen alcanzó la presidencia del partido en enero de 2011. En esta comunicación me propongo analizar los ejes discursivos sobre los que el FN ha basado su campaña para las próximas elecciones presidenciales y cómo, a través de una serie de conferencias temáticas sobre ciudadanía, seguridad, sanidad, el papel del Estado en la economía, ecología y política internacional, la formación de extrema derecha trata de disputar los principales conceptos y valores que conforman el “consenso republicano” y dar lugar así a un “nuevo sentido común”. A este respecto, me interesarán especialmente tanto los esfuerzos del partido por resignificar conceptos y significantes muy generales, como las metáforas que ponen en circulación.
Este estudio parte de un enfoque discursivo de la hegemonía y de las identidades políticas basado principalmente en los trabajos de Antonio Gramsci, Ernesto Laclau, Stuart Hall, David Howarth, Yannis Stavrakakis y Aletta J. Norval. Además, para abordar el caso francés, tomo como punto de partida los trabajos sobre populismo de Alexandre Dorna, Erwan Lecoeur, J.P Rioux y Pierre-André Taguieff; y los estudios de caso de Cécile Alduy, Michel Wievorka y Michel Eltchaninnoff. Para abordar la dimensión teórica del pensamiento del Frente Nacional me acerco a los textos de Diego Luis Sanromán acerca de la “Nueva Derecha”, así como a la obra de Alain de Benoîst y otros pensadores de influencia nietzscheana como Drieu de La Rochelle o incluso el propio Jacques Doriot.
La metodología empleada para analizar los discursos de campaña del Frente Nacional combinará tres dimensiones a fin de poder mostrar las estructuras narrativas así como los marcos y los lugares de enunciación desde los que se emite el discurso frontista. A partir de este análisis será posible evaluar el peso de la propuesta narrativa del actual Frente Nacional, las continuidades y discontinuidades respecto de sus fundamentos ideológicos, así como los objetivos que se proponen alcanzar en sus enunciaciones. Todo ello finalmente nos permitirá examinar el peculiar acento que en Francia toma la crítica populista al liberalismo.
Marine Le Pen "la libertadora"
El lenguaje de la extrema derecha tiende a parecerse, a adoptar una misma forma y a seguir caminos convergentes. Ocurre así cuando el lenguaje se refiere a los fundamentos ideológicos, como por ejemplo el rechazo a la inmigración y en general al multiculturalismo como horizonte, pero también cuando se refiere a estrategias o elementos de coyuntura, como por ejemplo la adopción de una postura anti-establishment. En esto figuras como Geert Wilders, Donald Trump, Frauke Petry o Marine Le Pen presentan enormes similitudes. Tanto es así que varios de estos líderes han llegado a celebrar mítines juntos y hacerse fotos de familia, como ocurrió en la ciudad alemana de Coblenza el 20 de enero de 2017.
Además de las persistencias dentro del discurso ultraderechista, hay que consignar algunas novedades en lo que concierne a la elección de marcos (frames) y a la definición de las identidades políticas. Según George Lakoff (LAKOFF, George, 2004: No pienses en un elefante, Madrid, Península), los marcos son estructuras mentales narrativizadas que influyen en nuestra manera de interpretar el mundo y procesar la información que llega a nuestros sentidos. Los marcos enlazan con valores muy generales y predisponen a tomar ciertas actitudes y cursos de acción. Por tanto, son muy importantes en lo que concierne a la retórica y a la comunicación política.
A este respecto, resulta interesante observar cómo la campaña del ultraderechista Frente Nacional ha adoptado los marcos de la defensa de la libertad y del humanismo. En oposición a la línea seguida por su partido hasta el año 2011, la candidata del FN, Marine Le Pen, ha buscado aparecer en esta campaña no sólo como la defensora de la libertad del pueblo francés, sino también como la defensora de las libertades civiles, especialmente de la libertad de las mujeres. Durante un mítin celebrado en París el 18 de abril de 2017, y ante la irrupción de una militante de FEMEN, la candidata del FN comentó en tono burlón: "la extrema izquierda camina sobre su cabeza: viene a perturbar el acto de la única candidata mujer que defiende a las mujeres". Esta declaración se suma a otras de gran impacto mediático como aquella en la que la presidenta del Frente Nacional aseguraba que "en ciertos barrios de Francia no está bien visto ser mujer, ni homosexual, ni judío".
El partido ultraderechista desea instalar el marco de la amenaza de las libertades civiles (y por eso su vocabulario está trufado de verbos que evocan postración: subvertir, intimidar, arrodillar, abusar, someter, subyugar) y situarse en ese relato como el agente que protege al pueblo de las vulneraciones al orden vigente. Este marco le permite apelar a sectores de la población antes sordos a su retórica y conectar con dolores y preocupaciones sociales a las que antes el FN era incapaz de dar forma. Al mismo tiempo, el frame libertades civiles atraviesa la distinción izquierda/derecha y concede al FN una posición novedosa.
Ahora bien: ¿de quién defiende el FN? ¿quiénes son designados como enemigos? Adoptando un lenguaje de clara inspiración schmittiana, Marine Le Pen aprovechó el tradicional discurso de Assises Présidentielles para decir al auditorio: "mis queridos amigos, hemos realizado nuestro primer acto político que consiste en designar a nuestros propios adversarios" (Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017). El enemigo, continuó, es la globalización que tiene dos caras bajo el signo del totalitarismo: "la globalización financiera (que precariza a la mujer y la oprime) y la globalización yihadista (que subyuga a la mujer pasando por encima de las leyes de la República y obligándola a ciertos comportamientos y conductas)" (Ibid).
Mundialización, en el vocabulario lepenista, implica siempre algún tipo de violencia y pérdida. Es asalto, robo, enajenación. Este carácter violencia externa y de violación de todos los límites es el que confiere a la globalización la impronta totalitaria, según esta retórica. Por eso al Frente Nacional no le resulta difícil pasar del plano de la defensa de las libertades individuales al plano de la defensa de la libertad (independencia, control, soberanía) de la nación. Y es que, en efecto, según Marine Le Pen, tanto el "totalitarismo financiero" como el "totalitarismo islamista" obran por "la desaparición de Francia: uno en el nombre de la ideología todo-es-mercancía, el otro en nombre de la ideología todo-es-religión". Y esto, concluye, "ningún francés, ningún republicano, ninguna mujer que aprecie su dignidad y su libertad puede aceptarlo" (Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 4 febrero 2017). Repárese en cómo la extrema derecha hace suyo el frame libertad y de ahí enlaza con los grandes conceptos de la política moderna como soberanía, independencia, democracia o igualdad, situándose así a un paso de apropiarse de ciertas narrativas de liberación y emancipación. De hecho, en el acto que celebraron juntos varios líderes de la extrema derecha en Coblenza, todos hablaron de una "revolución" que "liberará a los pueblos de Europa" del "autoritarismo de Bruselas". Y en clara referencia a los Estados Unidos, Geert Wilders, líder de la ultraderecha holandesa, proclamó: "ayer, una nueva América; hoy, Coblenza; mañana, una nueva Europa" (Geert Wilders, Discurso de Coblenza, 20 de enero de 2017).
En el fondo, lo que perturba al "populismo de derecha con inclinaciones patrióticas, desde Le Pen hasta Buchanan, es el hecho de que las multinacionales tengan hacia el pueblo francés o norteamericano la misma actitud que hacia el pueblo de México, Brasil o Taiwán", sostiene el filósofo Slajov Zizek (ZIZEK, S. 2007: En defensa de la intolerancia, Madrid, Sequitur).
En este sentido, llama la atención el uso por parte del Frente Nacional de la metáfora de la "casa Francia" para hablar de control y confianza, pero también de usurpación y desposesión. Proliferan en su vocabulario los sustantivos "llave", "puerta", "propietario", "hogar" , "derecho", los verbos "entrar", "respetar", "controlar", y las expresiones "estar a gusto", "tener el dominio" o "sentirse seguro". Aquí la libertad se declina en términos de amenaza y pérdida: ante el avance de la mundialización, los franceses habrían perdido el control de su patrimonio y querrían "volver a sentirse propietarios de su propio país, y no vivir como alquilados" (Marine Le Pen, Discurso de Perpignan, 15 abril de 2017). De hecho, en el programa 15 minutos para convencer de la cadena France 2, emitido el 21 de abril de 2017, ante la pregunta del periodista David Pujadas ("¿qué objeto instalaría usted en el despacho del Elíseo si fuera elegida Presidenta de la República?"), Marine Le Pen mostró unas llaves y añadió: "son las llaves que me ha dado un empresario de Mosela y encuentro que son muy simbólicas porque mi proyecto es devolver a los franceses las llaves de la casa Francia". La metáfora de la casa enlaza con todo el vocabulario de la soberanía. Y sirve para contrarrestar otra metáfora: cada vez que a Marine Le Pen le acusan de querer "poner muros" y encerrarse dentro de sí misma, ella responde: "no queremos poner muros, sino puertas".
Por último, la retórica del Frente Nacional afianza el marco del "humanismo anticapitalista", ya parcialmente trabajado por la extrema derecha en el pasado, añadiéndole elementos actuales de la crítica a la impersonalidad de las comunicaciones tecnológicas, soledad y falta de contacto físico e interpersonal. La reducción de los franceses a "consumidores descerebrados", "seres prescindibles", y "ovejas vigiladas" (ELTCHANINOFF, Michel, 2016: Dans la tête de Marine Le Pen, París, Solin). De este modo la ultraderecha se propone como defensora de la persona y de lo humano, frente a una mundialización que pretendería "reducir al hombre a su papel de consumidor y productor", "mercantilizar a todas las cosas y a todos los seres humanos", "convertir a los países en estaciones de tren o terminales de aeropuerto" (los famosos no-lugares de Marc Augé), y "hacer creer a todo el mundo que es un winner en un mundo insensible a toda solidaridad". De este modo el Frente Nacional puja por conquistar un frame que antes era utilizado contra él (el FN era el partido de la barbarie, la colaboración y el nazismo) para, por un lado, privar de argumentos a sus adversarios, y, por otro lado, afianza su imagen como un partido "nuevo" y en cierto sentido "trans-ideológico".
Es esta capacidad de la derecha radical para utilizar marcos que antes le eran adversos la que debe ser investigada y analizada. Tanto Trump como Le Pen y Wilders han desarrollado un gran talento para movilizar narrativas que dan forma y voz al descontento difuso que atraviesa a amplias capas de la población europea y norteamericana. Tales narrativas, ancladas en marcos novedosos, pueden denominarse "políticas del malestar" en la medida en que asumen la politización de situaciones generadoras de inquietud. Puede resultar irónico que Marine Le Pen busque asemejarse con la "Marianne" (figura alegórica que personifica los símbolos nacionales de la República francesa) y se pretenda la encarnación de la lucha por la libertad y la democracia en Europa, pero lo políticamente relevante es conocer en qué medida lo logra y entre quiénes lo consigue; es decir, por qué y a través de qué procedimientos retóricos, representantes de la extrema derecha pueden terminar asumiendo la lucha por determinadas libertades civiles y por la dignidad humana.
Palabras clave: Marine Le Pen, discurso, libertad, derechos civiles