El populismo y el nacionalismo han aparecido en Europa como dos fenómenos estrechamente relacionados, tanto empírica como teóricamente. Por ejemplo, los actores populistas tienden a adoptar apelaciones nacionalistas cuando se refieren al “pueblo” en términos nacionales y apelan a una comunidad idealizada (“the hearthland”). En este sentido, el que el Estado-nación aparezca como el contexto principal para el debate y la representación democrática explica en buena parte por qué los actores populistas tienden a apelar con frecuencia al pueblo definido en clave nacional.

No obstante, la principal interrelación entre populismo y nacionalismo aparece por la forma prototípica que ha adoptado el populismo en Europa, a saber, el populismo de derecha radical, cuyo núcleo ideológico es el nativismo, una combinación de nacionalismo y xenofobia. Cuando se da esta combinación, el nacional-populismo tiende a desarrollar un discurso excluyente, tanto de carácter vertical -dirigido contra las élites y los poderosos-, como horizontal -contra grupos presentes en la sociedad que se consideran una amenaza a la nación-. Esta forma dominante de populismo en Europa y, recientemente, en Estados Unidos y Brasil, ha favorecido una confusión entre ambos fenómenos: el populismo y el nacionalismo. Este tipo de actores tiende a denunciar la pérdida de soberanía de los Estado-nación por los procesos de desnacionalización que asistimos desde hace años, como son la globalización y la integración europea. En estos casos, el pueblo es construido en clave nacional y en oposición a las élites que tratan de subvertir la voluntad popular (ej. las élites globalistas, los organismos supranacionales y las élites nacionales), así como en oposición a otros grupos externos que amenazan la prosperidad e identidad de la nación (ej. inmigrantes, refugiados y otras minorías nacionales o étnicas).

Asimismo, el populismo y el nacionalismo pueden aparecer de forma interrelacionada en aquellos contextos en los cuales se apela a la soberanía de un colectivo con identidad nacional para autodeterminarse dentro de un Estado-nación, dirigiéndose los ataques hacia las élites gobernantes y las instituciones del Estado-nación del cual buscan separarse. En estos casos, en los que el conflicto se plantea en términos casi exclusivamente verticales (el pueblo definido en términos nacionales frente al “Estado opresor”), resulta más difícil diferenciar los elementos distintivamente populistas de los nacionalistas. Esta realidad se complica además cuando esta forma de nacionalismo compite con el nacionalismo centralista de determinados actores que tiende a construir la categoría de pueblo -en clave nacional- frente a las élites nacionalistas que gobiernan en el territorio que reclama su autodeterminación.  

Recapitulando, esta ponencia tiene como objetivo analizar las diferentes formas de articulación del nacionalismo y el populismo en el contexto de las elecciones catalanas de 2021, donde encontramos una gran diversidad de posiciones nacionalistas, populistas e ideológicas. Con ello, se espera contribuir a la clarificación de dos conceptos que, con frecuencia, tienden a confundirse y a utilizarse de forma peyorativa para atacar al adversario político. El objetivo último de este trabajo es, por tanto, contribuir a una mejor comprensión de conceptos tan difusos y entrelazados como son el populismo y el nacionalismo.