El Programa de Desarrollo Humano Oportunidades fue durante más de una década (2002-2013) referente en la lucha contra la pobreza en México. La estrategia de este programa de transferencias condicionadas iba dirigida en dos direcciones: a) combate a la pobreza a corto plazo mediante transferencias monetarias a las familias; b) inversión en capital humano dirigido a niños y/o adolescentes, con esto último se buscaba la ruptura del ciclo de la pobreza intergeneracional. De igual manera, se contemplaba el empoderamiento de la mujer. Para ello, el programa la consideró como la principal receptora y administradora de los recursos, lo que le otorgaba cierto poder de decisión en el hogar. No obstante, la forma en como está estructurado el programa, parece haber tenido el efecto contrario, atándola a la estructura tradicional. La metodología utilizada en este documento es de tipo cualitativa, mediante entrevistas a profundidad semiestructuradas, aplicadas a mujeres jóvenes jefas de hogar beneficiarias del programa Oportunidades en el periodo 2003-2013. Se ha observado que mediante las transferencias, la mujer ha obtenido confianza y administra los recursos. No obstante, esto es insuficiente para hablar de empoderamiento. Ya que la mujer no considera como propia la aportación económica, sino que proviene del programa y le pertenece a la familia. Por otra parte, quien se encarga de cumplir con las condicionalidades que se exigen, es precisamente ella. Lo que le ha generado sobrecarga de actividades, además de condicionar su acceso al mercado laboral y/o al ámbito educativo, encasillándola al rol de cuidado de hogar.