El tránsito de la Iglesia desde el franquismo a la democracia quedó escenificado en siete días con las homilías del cardenal Tarancón del 20 y 27 de noviembre de 1975. En la primera, pronunciada ante Franco en cuerpo presente, el cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal sentía la muerte del dictador como la de “alguien a quien sinceramente queríamos y admirábamos”; en la segunda, leída en la Misa de proclamación del rey Juan Carlos I e interpretada a menudo como la declaración pública de una voluntad de poder separado entre Iglesia-Estado, huyó de cualquier doctrinarismo e introdujo elementos ideológicos inspirados en los valores centrales del liberalismo, en coherencia además con una moral y filosofía que nos evoca más a Kant que a la teología política tradicional del catolicismo español. Mientras que en las referencias a esta segunda homilía –escrita por cierto a varias manos– suele predominar el estudio de su influencia en el contexto de la época, esta ponencia se centra en cambio en su análisis desde el pensamiento político.