La presente comunicación tiene por objetivo reflexionar sobre el papel que desempeña la sociedad civil en Marruecos, cuando hace ya seis años desde el estallido de las revueltas del 2011 y sus proclamas democráticas. Desde los años 80 existe una gran polémica sobre la sociedad civil en el mundo árabe en general y en Marruecos en Particular. Grosso modo, dicha polémica se articula en torno a dos tendencias principales: por un lado, los que consideran que la sociedad civil es un elemento fundamental para alcanzar la democracia, tomando como referencia el ejemplo de algunos países de Europa del Este o de América Latina, y cuyos postulados quedan recogidos en la teoría de la democratización o la transitología. Dentro de esta tendencia alcanzan una gran visibilidad en Marruecos los movimientos de defensa de los derechos humanos, movimientos de mujeres, movimientos culturales bereberes, movimientos islamistas etc. y su función contestataria y de contrapoder.  La segunda tendencia señalada correspondería a los que consideran que la sociedad civil ha sido ineficaz debido a su estrecha relación al Estado y  ha funcionado más bien como un instrumento al servicio de los regímenes autoritarios, contribuyendo a la despolitización de la sociedad y a la persistencia del autoritarismo. En este marco teórico se pone en evidencia el talante eminentemente asistencial, pero carente de contestación política, que tiene la mayoría de las asociaciones de Marruecos, relacionadas con el ámbito del desarrollo humano a fin de luchar contra la pobreza en sus múltiples manifestaciones.  La puesta en marcha en 2005 de la Iniciativa Nacional de Desarrollo Humano  por parte de la monarquía se enmarcaría  directamente dentro de la estrategia señalada  anteriormente.  En buena medida, las revueltas del 2011 cuestionaron  ambas tendencias, haciendo surgir nuevos conceptos para explicar este fenómeno, que se aparta de la sociedad civil formal y tradicional (asociaciones, ONG), como “activismo civil”, “sociedad civil en movimiento” o “ciudadanía activa”. No obstante, el inmovilismo del régimen, bien  anclado aún en el autoritarismo, nos hace cuestionarnos sobre la función real que cumple de la sociedad civil en Marruecos.