La feminización del cuerpo humano: poder y propiedad.

No podemos sustraernos al hecho innegable de que somos seres corpóreos. Nuestros cuerpos somos nosotros. Mi cuerpo es una parte constitutiva de mi identidad  y  sin cuerpo no hay persona. En nuestros ordenamientos jurídicos las normas protegen la integridad  corporal y castigan el uso de la violencia contra los cuerpos ajenos. Utilizamos el posesivo para referirnos a todo lo que concierne al cuerpo humano, en especial cuando nos referimos al nuestro. Sin embargo, no está claro el significado profundo de ese modo de hablar. En el caso de las mujeres la duda sobre el mismo forma parte del hecho de ser mujer.  Por eso puede ser útil explorar si los derechos de propiedad son adecuados cuando se trata de argumentar sobre la capacidad de las personas para tomar decisiones acerca de sus cuerpos y lo que hacen con ellos; y con sus órganos, su sangre, su médula ósea, su esperma, sus óvulos, sus células, su útero; y con todo aquello que puede proceder de un cuerpo humano o estar relacionado con alguna  de sus funciones. Para entender las  implicaciones y consecuencias de algunas respuestas posibles, sobre todo cuando afectan a los cuerpos de las mujeres.