La transición de la sociedad industrial a la sociedad post-industrial y de ésta a la sociedad de la información y del conocimiento ha generado múltiples transformaciones de muy diversa índole y la emergencia de desiguales y complejas realidades. Todo ello tiene un fuerte impacto sobre las sociedades y lo que hoy denominamos Estado del bienestar y que requiere de una mayor y mejor gestión.

Gestionar en contextos con graves deficiencias, que ocasionan el crecimiento de la agenda pública, su mayor complejidad y heterogeneidad, así como la diversificación en el alcance de los instrumentos, plantea una exigencia fundamental: gestionar de manera integral y con orientación al logro de objetivos-resultados. Y para ello, es preciso incorporar en los procesos de gestión instrumentos de planificación y evaluación de políticas públicas. De este modo, la gestión pública integral orientada a resultados, como proceso dinámico, integral, sistemático y participativo, que articula la planificación, ejecución, seguimiento y evaluación de las estrategias de desarrollo, debe buscar más qué resultados (eficacia) y a qué coste (eficiencia) la idoneidad (adecuación) de las políticas públicas. Consecuentemente, la gestión debe traducirse en resultados (productos) concretos, lo que, a su vez, implica la necesidad de una organización que desarrolle procesos de planificación estratégica; ponga en marcha estructuras administrativas apropiadas para el cumplimiento de los objetivos; y evalúe el proceso de elaboración-gestión-ejecución.

La evaluación más que una fase clave en la elaboración de políticas públicas, debería englobar todas y cada una de las etapas contempladas en el proceso planificador. Aunque se reconoce la importancia de la evaluación para la consolidación de estos procesos, no es frecuente su aplicación y raramente es llevada a cabo de forma estratégica e integral. En esta ponencia se analiza el uso de la evaluación en los procesos de planificación, como instrumento que ayuda a que los esfuerzos invertidos en la elaboración (planificación) de las políticas, sirven a las necesidades e intereses de la sociedad en general y, a la población a la que se destina en particular, reinvirtiendo no sólo efectiva y eficazmente en ella, sino idóneamente.