La intensificación de la cooperación transfronteriza ha adquirido un fuerte protagonismo en los últimos años en el medio social internacional y muy especialmente en el ámbito de la Unión Europea. Entre las muchas connotaciones y especificidades de esta cooperación hay una que reviste una dimensión y un significado muy especial: reparar un agravio y una deuda histórica en favor de muchos territorios y comunidades humanas que en el pasado fueron objeto de amputaciones y divisiones traumáticas, y como consecuencia de ello pasaron a constituir esos paisajes fronterizos sinónimo de áreas marcadamente periféricas, deprimidas y con importantes carencias estructurales.

Puede que en la actual coyuntura histórica se estén produciendo, y de manera simultánea, una serie de acontecimientos (globalización, procesos de integración supraestatal, procesos de democratización y regionalización de los Estados, crisis de la propia institución estatal, generalización e intensificación de las relaciones transfronterizas), que considerados de manera agregativa, representen una efectiva estructura de oportunidad para corregir aquellos errores históricos y permitir, así, la rehabilitación y el re-encuentro de estas entidades territoriales. Ahora bien, llegados a este punto inevitablemente surge una pregunta: ¿se conformarán estas poblaciones y territorios fronterizos con el re-encuentro y la cooperación, o se demandará algo más? En otras palabras, ¿conducirá la cooperación transfronteriza a la integración transfronteriza? ¿Y cómo será esa integración, esto es, cuáles serían sus realizaciones y consecuencias a medio y largo plazo?