La Bioeconomía, en la versión de la OCDE o en su más reciente versión propuesta por la Unión Europea, se presenta como la pieza clave no solamente del futuro de la investigación y de la innovación en mundo occidental, sino también como la ruta privilegiada hacia un nuevo crecimiento económico y la solución definitiva a los problemas de alimentación, salud, contaminación y energía del planeta. Comentando sobre la bioeconomía, varios autores han llamado la atención al valor económico generado por la materia viviente, y las nuevas formas de valorar, manipular y comercializar la vida (Waldby 2002, Waldby and Mitchell 2006, Cooper 2008), Por otro lado, otros (Birch 2008, Birch and Tyfeld 2012, Levidow et al. 2013) sugieren que no hay nada realmente nuevo en la bioeconomía y que la aplicación de nuevas biotecnologías pertenece a la normal evolución de la economía occidental. Adoptando una perspectiva inspirada por el trabajo de Polanyi sobre el liberalismo (1948) nuestro trabajo sugiere que la bioeconomía se puede entender mejor como proyecto político, y, en concreto, como una nueva estrategia de inspiración neoliberal para extender el mecanismo regulatorio del mercado a dominios sociales y políticos todavía regulado de otra forma o bien no regulados. La bioeconomía, en definitiva, es una nueva etapa de creación de mercados y de subyugación de la sociedad y de la democracia a la economía, en la historia del liberalismo tal y como la describió Polanyi hace sesenta años. Mientras sus resultados tecnológicos y económicos quedan por demonstrar, su capacidad de moldear las políticas públicas de ciencia e innovación suscita preguntas y preocupaciones que nos gustaría presentar y discutir en esta ponencia.