Interseccionalidad ¿una teoría sobre la gestión de la diversidad?

            Las políticas públicas del Estado español que desde mediados de los años 2000 han empezado a incorporar estrategias y planteamientos interseccionales están a menudo localizadas en problemas políticos como la (des)igualdad de género, la discapacidad o diversidad funcional y otras formas de exclusión social, entre otros. En este sentido, el análisis de tales políticas señalan que la noción de interseccionalidad se ha traducido en “cierta gestión de la diversidad”, contribuyendo a generar un sentido de estrategia de alteridad, lo cual desafía el sentido mismo por el que surge la interseccionalidad. Si nos fijámos cómo se introduce la noción de la interseccionalidad, especialmente en las políticas públicas de igualdad, se puede situar en conceptos como “vulnerabilidad” y “el riesgo de exclusión”, que pasa nombrarse también como “la doble o triple discriminación” para situarse más recientemente en la interseccionalidad y la discriminación múltiple. Otros conceptos, que enfatizan el carácter interelacionado o co-constituyente de la desigualdad, están ausentes de las políticas. Me refiero a conceptos como “matriz de dominación y sistemas entrelazados de opresión” (Collins, 1990); ‘ejes de desigualdad’ (Knapp, 2005; Klinger y Knapp, 2007; Yuval-Davis, 2006; Marx Feree, 2009; Winker y Degele, 2009); “matriz de desiguladad”, “ejes entrelazados de desigualdad”, “ensamblajes” (Puar, 2007) o “desigualdades entretejidas, urdidumbres y entretramas” (Lugones, 2008). Será precisamente este carácter “más amable” y al servicio de la continuidad de las políticas, el que tendrá unas consecuencias concretas sobre cómo se concibe la desigualdad, cuestión que abordaremos más concretamente.