Un fenómeno recurrente en el estudio de las actitudes y el comportamiento político de los ciudadanos es la diferencia entre los hombres y las mujeres: la brecha de género. Por ejemplo, las mujeres tienden a participar menos en política, muestran un menor interés y conocimientos políticos y han manifestado actitudes diferentes hacia instituciones supranacionales (Coffé, 2013; Togeby, 1994)

La crisis económica ha subrayado la importancia de los servicios públicos de protección social y su debilidad estructural para hacer frente a las demandas ciudadanos, especialmente allí donde la crisis ha sido más intensa. Las mujeres suelen apoyar en mayor medida dichas políticas dada su mayor sensibilidad e implicación en las tareas relacionadas con el cuidado. En los últimos tiempos, de entre todas las instituciones que han promovido la racionalización del gasto público, la Unión Europea ha sido una de las más prominentes. Estas políticas de austeridad se han traducido fundamentalmente en recortes en las políticas relacionadas con el cuidado (dependencia, educación o sanidad). Si la Unión Europea es identificada como un actor que amenaza estas políticas, ¿en qué medida se puede esperar una creciente brecha de género en las actitudes hacia la Unión Europea?

El estudio de las actitudes hacia la UE ha dado lugar a un gran volumen de literatura. De entre todos los trabajos, el más reciente que trata la existencia de una brecha de género en las actitudes hacia la UE es el de Nelsen y Guth (2000) con datos de los años noventa. Las autoras mostraban cómo las actitudes de las mujeres hacia la UE eran más negativas cuando percibían que la UE amenazaba los sistemas de protección social, lo que me hace esperar que la crisis puede estar incrementando la brecha entre hombres y mujeres en sus actitudes hacia la UE.

El objetivo de este trabajo, dado la limitada evidencia empírica sobre brecha de género en las actitudes hacia la Unión Europea, es doble: en primer lugar, explorar la brecha de género en las actitudes hacia la Unión Europea. El segundo objetivo es comprobar si las políticas de austeridad están incrementando la distancia entre hombres y mujeres, especialmente entre aquellas más propensas a participar en actividades de cuidado.