Durante los últimos 20 años el Ecuador ha vivido procesos complejos que han marcado su historia. Casi todo el periodo se ha caracterizado por una profunda crisis del sistema político, determinada por la inestabilidad, el amordazamiento ciudadano y el deterioro institucional. La llegada de Rafael Correa al poder, con su proyecto conocido como Revolución Ciudadana (2006), supuso un cambio significativo hacia una democratización del país. Desde una visión general, la importancia política de dicha propuesta descansa, sobre todo, en su capacidad de recuperación de diversas confianzas, fundamentales para la reconstrucción de un vínculo representativo.

La comprensión de este proceso demanda de un análisis desde al menos dos perspectivas. Por un lado, los alcances y limitaciones en términos de democracia económica hacia una mayor equidad y redistribución, con la recuperación de la centralidad del Estado como pilar imprescindible del proyecto. Mientras, por otro lado, resultan esenciales también los aportes -y a su vez, los adeudos- en la esfera de la democracia política, en función de la reconstrucción de un sistema que recupere el valor tanto de la institucionalidad como de la ciudadanía. Si bien en este escenario las asonancias con la reconfiguración democrática son sustanciales, no necesariamente se traducen en la superación de problemas y limitaciones estructurales e históricas. Es en este sentido que resulta pertinente preguntarse respecto de aquellos elementos disonantes que persisten, que prologan, o incluso, profundizan la crisis política del país. Develarlos podría ser un primer paso hacia su solución. 

El presente trabajo pretende develar el estado de la democracia en el Ecuador hoy en ambas perspectivas y los elementos a considerar para comprender un proceso que trasciende la realidad nacional en la medida en que encuentra expresiones similares en la región.