Uno de los problemas que se pueden presentar en un sistema presidencialista son los gobiernos divididos, en donde el ejecutivo no cuenta con mayoría de votos en una o en ambas cámaras del congreso, y este hecho que es una parte de la limitación del poder y la creación de pesos y contrapesos entre poderes que deben estar presentes en un gobierno democrático, en ocasiones se pueden formar comportamientos oportunistas y obstruccionistas a la agenda del presidente.

Contrario a lo que dice la teoría sobre gobiernos presidencialistas, en México, durante el gobierno de la alternancia, en la LVIII, LIX, LX y LXI legislatura, se dio un escenario muy interesante, ya que la cooperación entre poderes se había generado sobre todo en la concreción de reformas ordinarias, pero por intereses estratégicos, (poderes fácticos), no fue posible la colaboración en aquellas reformas constitucionales que podían contribuir al desarrollo del país, como son la reforma telecomunicaciones, energética, educativa.

Además, otro hecho que ha complicado el escenario para la aprobación de las políticas públicas mencionadas  ha sido la existencia de actores privados con gran peso político conocidos como poderes  fácticos que  colonizan el espacio público y tiene gran influencia sobre la dinámica parlamentaria ya que sus acciones están orientadas a seguir preservando la protección de sus privilegios. Estos poderes fácticos obstaculizan o muchas veces impiden la formulación de políticas públicas legislativas sobre todo si atentan sobre la red de intereses que han creado a través del tiempo.

En este sentido esta comunicación pretende hacer un análisis de la dinámica parlamentaria en México, en un contexto de gobiernos divididos y la influencia de los poderes facticos en la toma de decisiones. Este análisis se hará a partir de la teoría neo-institucional.