De acuerdo con múltiples investigaciones la corrupción es un proceso político que genera ganadores (unos pocos) y perdedores (la sociedad en su conjunto). Dados los indudables efectos nocivos sobre el desarrollo y la equidad que tiene la corrupción, desde un punto de vista social, los ganadores son muchos más que los perdedores cuando se logra controlarla. El problema es que quienes saldrían ganando de esta situación enfrentan importantes problemas de acción colectiva que les dejan a merced de aquellos sectores minoritarios que ganan con la corrupción y el particularismo. Sólo si se vencen estos problemas de acción colectiva es posible avanzar en el control de la corrupción y en la reducción de los espacios sociales en los que rige el particularismo. Para ello se necesita la confluencia de tres factores: una coyuntura crítica favorable, unas reformas institucionales iniciales que puedan utilizarse como palancas con las que generar los incentivos institucionales precisos y, además, una coalición de distintas fuerzas sociales y políticas con capacidad suficiente para enfrentarse a los obstáculos que dificultan la acción colectiva. Esta confluencia es tan poco frecuente que se explican así los recurrentes fracasos de las políticas anticorrupción. En este panel nos gustaría recibir ponencias que analizaran cualquiera de estas tres variables para España u otros países y que incidieran en los límites de cada una de ellas por separado y sus fortalezas cuando interactúan. Esto incluye análisis de reformas institucionales, análisis de movimientos sociales anti-corrupción, efectos políticos (electorales o de otro tipo, como la desafección) de la corrupción, etc.