Un modelo feminista para una nueva sociedad a través de la organización colectiva.

Autor principal:
Patricia Organero (Universidad Complutense de Madrid / Universidad de Zaragoza)
Programa:
Sesión 3, Sesión 3
Día: miércoles, 7 de julio de 2021
Hora: 16:00 a 17:45
Lugar: Online

La crisis sanitaria nos ha hecho replantearnos otras crisis que ya existían y coexistían con nosotras y nosotros pero de las que quizás no nos habíamos percatado. Y es que en medio del resquebrajamiento que han sufrido los pilares de la sociedad occidental, obligándonos a prescindir de actividades como el turismo o el consumo desmesurado que hasta ahora considerábamos como vitales tanto para nuestro disfrute como para la economía del país, esta situación nos ha hecho recordar que lo más importante, finalmente, es la vida. Es decir, nos hemos visto obligadas y obligados a dejar de ser tan reduccionistas centrándolo todo en lo económico y así (intentar) poner la vida en el centro. Pero esto no ha sido ni es tarea fácil. Para ello, debemos desconstruir la idea que teníamos de sociedad a través de la funcionalidad y de la productividad y en definitiva, la forma en la que creíamos como correcta y como única de vivir.

Replantearnos el modelo vital que teníamos hasta ahora y repensar en por qué no funciona y en cómo hacer para cambiarlo hacia otro mejor. En definitiva, ser capaces de contemplar y llevar a cabo un nuevo paradigma. Para ello sería muy útil que contempláramos el feminismo en general y las organizaciones feministas en concreto como una especie de foco que nos guíe, un espejo en el que reflejarnos para aplicarnos como sociedad conceptos tan urgentes como los de la solidaridad, olvidándonos de lo individual y empezando a pensar en colectivo a través de la empatía;  la importancia y el reconocimiento de los cuidados; o las relaciones horizontales y desjerarquizadas entre individuos. Un modo de vida que el feminismo lleva practicando desde sus inicios y del que tanto nos hace falta aprender y aplicar si deseamos cambiar el modelo imperante y hegemónico implantado que nos habían vendido como el único válido.

Por ello, las organizaciones feministas han cobrado un significado diferente del que existía hasta el momento: se han convertido en un salvavidas. Y es que a pesar de que aparentemente la vida se paraba durante varias semanas mientras estábamos confinadas, la realidad era otra: lo único que paró fue la producción y el consumo, pero nuestras vidas seguían activadas. Para las mujeres nunca es aplicable la norma, y en este contexto no iba a ser menos. No solo no pararon nuestras vidas, sino que en muchos de los casos, se vieron explotadas. O bien por vernos rodeadas de una sobrecarga de trabajo de cuidados dentro de nuestras propias casas, o bien por ver cómo se multiplicaban y sufríamos escenas de maltrato y violencia machista. Sea como fuere, las organizaciones feministas han ayudado a lidiar, apoyar, escuchar y sobretodo a combatir todo esto.

Porque para nosotras, la mitad de la población, no ha sido tan fácil como ‘quédate en casa’, sino que para muchas, ha sido toda una batalla el intentar sobrevivir dentro de ella. Y mientras la sociedad trata de invisibilizar esta situación, somos nosotras las que a través de estos instrumentos organizativos, estamos alzando la voz.

Palabras clave: sociedad, economía, vida, cambio, colectivo, feminismo, visibilizar