Un número significativo de los gobiernos posteriores a las protestas prodemocráticas de 2011 en los países del Norte de África y Oriente Medio están integrados por ministros y primeros ministros tecnócratas, designados por los presidentes o monarcas, y no por “ministros políticos” de partidos que han ganado las elecciones. El recurso a la carta tecnocrática, entendida como el ejecutivo en manos de expertos independientes, se opera con diferentes variantes según los países y responde a varios objetivos comunes. En todos estos países se busca dar una respuesta de gestión eficiente que permita ganar alguna legitimidad a los sistemas políticos autoritarios. Además, la tecnocracia también sirve para aplicar los programas neoliberales de ajuste y mantener un diálogo con los financiadores internacionales. Asimismo, en un contexto de bloqueo de los sistemas políticos híbridos vigentes y la falta de oposiciones robustas con programas alternativos, la tecnocracia sirve para posponer la imprescindible renegociación de un nuevo contrato social. De esta forma la carta tecnocrática se ha convertido en un instrumento del autoritarismo político y pospone el abordaje de los problemas políticos y socio-económicos que generaron las protestas de 2011.