Desde la incertidumbre finisecular que marcó el tránsito del siglo XIX al XX, Rafael Altamira (Alicante 1866- México 1951) mantuvo como intelectual una preocupación que le llevó a ser protagonista en debates sobre distintas crisis de la Restauración. Sus discursos, artículos y libros no fueron indiferentes a la situación española; con ellos buscó difundir sus diagnósticos y alternativas en momentos de especial sensibilidad política y social. Libros como Psicología del pueblo español (1902, ampliado en 1917), La guerra actual y la opinión española (1915) o Ideario político (1921) incluían respuestas a crisis distintas como las del 98, la originada por la discusión en España ante la Gran Guerra o la motivada por los conflictos de 1917, comentando en este último caso las solicitudes de las Juntas Militares y la Asamblea de Parlamentarios mientras detectaba el riesgo de “un porvenir próximo lleno de peligros”. Valiéndose de una actitud crítica acompañada de propuestas, en sus escritos comparecían como antídotos la educación para integrar a las masas en política, la internacionalización, el pacifismo o la invocación de un nuevo liberalismo que, en respuesta también a la crisis del partido por el que fue senador, deseaba acomodado a “exigencias modernas” y a “problemas actuales”.