Desde principios del siglo XXI hasta la actualidad, las políticas urbanas han sido revisadas en multitud de ocasiones y desde una gran cantidad de miradas distintas. Se han estudiado cómo estas respondían al aumento del capital financiero de grandes corporaciones (Harvey, 2013), a intereses privados de los propios representantes y la corrupción (Boira, 2011) pero se ha dejado muy poco espacio a cómo las políticas urbanas se han desarrollado, siempre, de espaldas a todas las cuestiones relacionadas con la sostenibilidad de la vida  (Garrido, 2018).

Desde los primeros mapas de Haussmann, las ciudades modernas se han construido con una intención política que dificultara la acción colectiva.  Más tarde, con el asentamiento del capitalismo financiero y la desaparición de las grandes reivindicaciones que ocupaban las calles durante el siglo XIX, las ciudades han devenido en un nicho del que extraer grandes capitales a base de la especulación. Este hecho ha dejado fuera del espacio público a todo aquello que no produce (Sassen, 2014) . Recordando la dicotomía clásica de la economía feminista sobre los trabajos productivos y reproductivos, la construcción de las ciudades se ha centrado en la primera olvidado por completo la segunda, relegándola al espacio privado, a lo invisible.  

En esta comunicación se pretende abrir un debate acerca de cómo pueden  abordar los nuevos movimientos urbanos  la idea de construcción de una nueva ciudad desde la perspectiva feminista. Para esto, se profundizará en algunas demandas como: i)feminización del espacio público; ii) transversalidad de las demandas feministas dentro de las reivindicaciones urbanas; o iii) la necesidad de organizaciones interseccionales – y por tanto feministas – como herramientas de profundización democrática en la ciudad (Martínez-Palacios, 2018).