Desde los años 80, la mayor apertura del mercado de la era postindustrial provocó un aumento de las desigualdades entre los individuos Desde los años 80, la mayor apertura del mercado de la era postindustrial provocó un aumento de las desigualdades entre los individuos. En este contexto, se pueden encontrar muchas diferencias en el grado de desigualdad existente en los distintos países. Esto conlleva una variación en el nivel de redistribución que despliegan cada uno de ellos. Cabe preguntarse,  ¿qué factores explicarían estas diferencias en la redistribución?. En este sentido la literatura a profundizado en las diferentes causas en los distintos niveles de redistribución, entre las que se encuentran: los diferentes cleavages existentes en los países, el diseño institucional del Estado, la apertura exterior de las economías, la fuerza de sindicatos y partidos de izquierda, las preferencias de la opinión pública, etc. Pero, para entender esta lógica de gasto y redistribución, es imprescindible explorar cual es el papel del sistema electoral en la reducción de la desigualdad, es decir en la capacidad redistributiva del estado. El diseño del sistema electoral juega un factor muy importante por tres motivos. Primero, determinan qué actores se sientan en el parlamento o en el gobierno. Segundo, también determinan cuantos actores serán los implicados a la hora de hacer políticas públicas. Y, por último, los sistemas generan diferentes incentivos para los candidatos de perseguir ciertas políticas. 

En este sentido, el propósito de esta ponencia es ahondar y en la medida de lo posible, profundizar, la investigación desarrollada por Iversen y Soskice en 2006. Estos dos autores apuntaron al sistema electoral como determinante para definir el sentido ideológico de los gobiernos y, con ello, las diferencias a la hora de redistribuir en mayor o menor medida los recursos del Estado.  Así, los gobiernos de derechas son más comunes en los sistemas electorales mayoritarios, mientras que los gobiernos conformados por partidos de izquierdas tienen a formarse más habitualmente en los sistemas proporcionales. El resultado de esta asociación, según Iversen y Soskice (2006), es que en los sistemas proporcionales la redistribución es mayor porque los partidos de izquierdas son más proclives a realizar políticas sociales y redistributivas. Por el contrario, los sistemas mayoritarios tendrán un menor nivel de redistribución, ya que los partidos de derechas proponen políticas menos dirigidas al reparto de la riqueza.

la relevancia del estudio y de las propuestas de Iversen y Soskice no escapa a discusiones en la literatura ni, tampoco, a limitaciones tales como el escaso número de países utilizados en su estudio o ciertas variables no tenidas en cuenta como, por ejemplo, la apertura exterior de la economía o la existencia de gobiernos ideológicamente equilibrados entre izquierda y derecha. Por ello, la presente investigación trata de paliar algunas de estas limitaciones para así poder probar de manera más precisa las importantes implicaciones de su estudio en la investigación de la influencia de los sistemas electorales en la existencia de una menor o mayor desigualdad en el nivel de gasto social y redistribución entre países.