En España alrededor del 65% de las empleadas en el sistema de cuidados dentro del ámbito doméstico son extranjeras, generalmente desempeñan tareas poco cualificadas, con salarios bajos, escasa cobertura en materia de conciliación y de seguridad social por parte de la legislación laboral vigente, y con un derecho a organizarse y a negociar colectivamente sus contratos de trabajo que está muy poco garantizado en la práctica. La emergencia sanitaria del Covid-19, con sus circunstancias inéditas en términos de confinamiento, distanciamiento y prevención, ha agudizado esta precariedad laboral en un colectivo de por sí ya muy vulnerable por su condición de género y por su estatus de legalidad como migrantes, acarreando unas consecuencias todavía poco exploradas por las ciencias sociales y escasamente visibilizadas en el debate público. Durante estos meses las asociaciones de empleadas de hogar han cobrado especial relevancia para dar visibilidad a lo que está ocurriendo, reivindicando un trato justo por parte de los empleadores y de las instituciones.

A partir de una investigación cualitativa realizada en el marco del Proyecto CUMADE, este artículo analiza las experiencias de mujeres centroamericanas empleadas de hogar que pertenecen a la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Zaragoza: el principal objetivo es recoger testimonios directos de mujeres extranjeras trabajadoras del hogar para conocer sus circunstancias particulares y sus reacciones ante las dificultades que han vivido durante la pandemia. Se evidencia en particular la perspectiva del colectivo centroamericano de trabajadoras, cuya migración a Aragón es relativamente reciente y se ha vinculado con los casos de mujeres solicitantes de asilo.

Las historias de estas mujeres durante la pandemia resaltan la contradicción intrínseca a su situación laboral: están realizando tareas urgentes y esenciales, principalmente como cuidadoras, y al mismo tiempo no están reconocidas formalmente ni respetadas por su condición de empleadas, hasta llegar incluso a sufrir amenazas, abusos y desamparo por parte de quienes se beneficiaban de sus servicios. La Asociación de Trabajadoras del Hogar de Zaragoza ha reaccionando prontamente a esta emergencia, ha creado una caja de resistencia para atender a las incidencias más críticas de sus socias y ha sido “caja de resonancia” de sus demandas sociales.